IMPACTO ECOLÓGICO DE LAS GUERRAS

viernes, 23 de noviembre de 2012

El siglo XX fue escenario de varios conflictos bélicos con severos daños para el medio ambiente


Considerado por grupos de ambientalistas la víctima silenciosa de las guerras, el medio ambiente sufre de nuevo los devastadores efectos de las poderosas armas utilizadas de manera irresponsable en los conflictos armados, esta vez en Iraq.

Pero antes, el siglo XX fue escenario de diferentes contiendas que causaron una severa degradación ambiental en las zonas en conflicto y áreas cercanas, acentuando la pobreza y obstaculizando la reconstrucción de naciones convertidas en ruinas.

Contaminación por fuga de combustibles, bosques arrasados, vegetación destruida y uso indiscriminado de los recursos naturales, son algunas de las consecuencias de las hostilidades.

Estudios del Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) y otras organizaciones y grupos ambientalistas consideran que un tercio de los bosques de Afganistán se destruyó en los últimos 20 años —y muy en especial en los más recientes— a causa de las guerras; varias especies de animales como osos y ovejas están en peligro de extinción al convertirse en alimento de las tropas.

Tanto en ese país como en Palestina, las investigaciones se han centrado en las evaluaciones de la contaminación del agua, la pérdida de la biodiversidad y el manejo de residuos, tras ser identificados como los principales daños al medio ambiente debido a los conflictos bélicos.

A pesar de existir acuerdos internacionales que regulan las armas nucleares, químicas y biológicas, estas se producen, almacenan y experimentan para determinar su efecto destructivo.

Está comprobado que los daños causados al entorno por las devastadoras armas se prolongan durante años. Un ejemplo de esto fue Viet Nam, donde un tercio de los bosques desapareció después que aviones estadounidenses arrojaron más de 50 millones de litros de herbicidas en casi dos millones de hectáreas, "por razones militares", según alegaron, en la década de los años setenta del pasado siglo.

Un rápido repaso a las guerras de los últimos años demuestra que en todos los casos los efectos sobre el medio ambiente han sido devastadores: durante la guerra de Kosovo casi 10 millones de personas que utilizaban el río Danubio como fuente de agua potable se afectaron por la contaminación de este, además de que un gran número de peces no sobrevivió a los efectos de la polución y las explosiones; el derrame de petróleo causado por la guerra del Golfo ocasionó una gran tragedia ecológica, y según científicos, es probable que algunas zonas jamás se recuperen en Kuwait.

Sitios en Internet dedicados al tema hablan de más de 168 millones de galones de petróleo derramados en el Golfo Pérsico que provocaron la degradación de unas 200 millas de costa de Arabia Saudita, la formación de grandes lagos de petróleo y una contaminación del mar y del aire que alcanzó niveles inimaginables.

Al evaluar el posible impacto ecológico del derrame de crudo, los científicos pronosticaron un ligero incremento del calentamiento global, niveles reducidos de luz y variaciones de las temperaturas, que podrían afectar la caída de precipitaciones, y por tanto, atrasos en los cultivos básicos para la alimentación de la población.

El empleo por Estados Unidos de uranio empobrecido durante la guerra del Golfo y su posible responsabilidad en el deterioro de la salud humana y la degradación ambiental han concitado fuertes polémicas.

En diciembre del 2002 el diario estadounidense The Washington Post publicó que 160 000 de los más de 570 000 participantes en la Guerra del Golfo han presentado problemas de salud relacionados con la guerra, debido a la exposición a tóxicos químicos y desechos de uranio.

Sin embargo, el Gobierno de Estados Unidos niega rotundamente que la tecnología militar utilizada afecte la salud, aunque sí ha reconocido que, por lo menos, fueron disparados contra Iraq entre 800 000 y 900 000 proyectiles con uranio empobrecido, un residuo obtenido de la producción del combustible destinado a los reactores nucleares y las bombas atómicas, muy utilizado en la industria militar norteamericana desde los años ochenta por el alto poder destructivo de los proyectiles revestidos con uranio.

Antes de la injusta agresión de Estados Unidos a Iraq, que en los próximos días cumplirá un mes de iniciarse, se estimaba que en la nación árabe había esparcidas alrededor de 320 toneladas de residuos contaminados.


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